[Publicado en el mensual Xarxa Urbana] El pasado mes de abril, con más de 5 años de retraso, y bajo la presión de los numerosos ciudadanos afectados (que mientras tanto habían acudido a la justicia), se aprobó la controvertida Ordenanza de Ruido. Tan esperada aprobación, cuyos ambiciosos objetivos se han visto muy rebajados, desgraciadamente no resuelve de ninguna manera el enorme problema de la contaminación acústica, que
afecta a 86% de la población de Valencia. Este dato es corroborado por el Mapa del Ruido elaborado por la empresa Iver Tecnologías, por encargo de la recién creada Concejalía de Contaminación. El estudio arroja unos datos muy preocupantes, ya que se
soportan niveles de ruido e
ntre 75 y 80 decibelios de media en las calles y plazas de la ciudad, superando de mucho el límite máximo de 55 decibelios por el día y de 45 decibelios por la noche, que la OMS (Organización Mundial de la Salud) considera como valores máximos, en zonas residenciales, para que la exposición continuada no sea perjudicial y no dañe la salud.
El estudio, que se basa
solamente en mediciones realizadas entre
las 7 de la mañana y las 11 de la noche, analiza el impacto de diferentes contaminantes acústicos (ferroviario, tráfico aéreo, tráfico rodado, industrias). De todos los causantes, resulta más que evidente el
enorme y casi exclusivo impacto que tiene el tráfico rodado sobre el incremento de los decibelios en la ciudad. No se
baja nunca de los 75 decibelios en las grandes vías:
Fernando el Católico,
Marqués del Turia,
Germanías; así como en mucha calles del primer cinturón de circulación de la ciudad: Paseo de la Petxina, Guillem de Castro y Pintor Sorolla. En las otras avenidas, cuyo volumen de tráfico provoca frecuentemente atascos, las cosas no van mejor: entre ellas la de
Ausias March, donde en algunos puntos se
superan los 80 decibelios, y la de
Perís i Valero siempre por
encima de los 70 decibelios.
Como apuntábamos antes, las mediciones no se han efectuado en la franja horaria
después de las 11 de la noche, exceptuando un único barrio. Este hecho no deja de ser sorprendente, si tenemos en cuenta que hay un gran número de barrios, cuya
marcha nocturna hace imposible conciliar el sueño para un gran número de vecinos. Y que han motivado reiteradas denuncias a la justicia, que han acabado con declaraciones de ZAS (Zonas Acústicamente Saturadas). Es el caso del entorno de la plaza Xuquer, donde una vecina ha conducido una batalla en solitario de 8 largos años, ante el
ninguneo del Gobierno de Rita Barberá; o los casos del entorno de la discoteca Woody y la reciente abertura del expediente de declaración de
ZAS del entorno de Juan Llorens. Que no obstante, tal y como ha denunciado el presidente de la asociación de vecinos del barrio, permanece inexplicablemente bloqueado.
Todos estos datos, que conforman el
Mapa del Ruido, elaborado recordamos
con 5 años de retraso (siguiendo los requisitos de las Directiva 2002/49 de la Comunidad Europea y la Ley Estatal del Ruido), representan una importantísima herramienta para empezar a tomar las medidas adecuadas de reducción de la contaminación acústica. Las premisas y las buenas intenciones parecen abrir la vía a que así sea en un breve periodo de tiempo: un Mapa del Ruido, con lagunas e incompleto, pero un instrumento con el cual empezar a funcionar; la creación de una concejalía de Contaminación Acústica; la adquisición de unos coches equipados con tecnología punta para medir el ruido en tiempo real.
Parece entonces que el ayuntamiento quiera tomarse en serio el problema y buscar soluciones. Digo parece porque, con todas las cautelas del caso,
algunas señales lanzadas por parte de la concejala Lorena Bernal y por otros miembros de la corporación,
ponen en duda ese compromiso: como decíamos el hecho de realizar un
número muy limitado de mediciones nocturnas en zonas de ocio; tomar como referencia los
límites de las zonas terciarias (
65 decibelios de día y
55 de noche) con respecto a los de las
zonas residenciales (que son las que afectan directamente a la población, cuyo limites están en
55 decibelios de día y
45 de noche); la falta de
compromisos serios de reducción del tráfico de automóviles, que como hemos visto es el
mayor causante de la contaminación acústica; que contrasta, además con la pretendida
manga ancha que se quiere dar a la policía local para poder cerrar, de la noche a la mañana, un local de ocio que supere en
tan solo cinco decibelios el límite permitido. Un activismo y una rapidez que contrastan con la lentitud con la cual han estado abordando el problema hasta ahora, que
huele más bien a persecución hacia los locales de ocio, achacándoles toda la culpa del ruido.
Mucho nos tememos que la falta de voluntad real, se esté maquillando con una serie de anuncios, que pueden culminar en la plasmación de una Ordenanza de la Contaminación Acústica que evada entrar en el fondo de la cuestión. A eso responde la compra de esos cuatros automóviles, equipados con tecnología de última generación, para “poder proporcionar datos casi en tiempo real” del ruido: no termina de ser una paradoja que, para paliar el ruido provocado por el tráfico, se utilicen coches... eso sí con tecnología punta.
Como reza el refrán: mucho ruido y pocas nueces. Nunca mejor dicho!