17 de febrero de 2009

PACTO DE ALCALDES: MÁS AUTOBOMBO QUE COMPROMISO

La Alcaldesa de Valencia Rita Barberá se ha convertido en una especialista de la firma de protocolos y compromisos que luego caen en saco roto (como la firma de la carta de Aalborg de las Ciudades Sostenibles en el 1994, que no se ha cumplido en absoluto). Una especialidad que ha sabido perfeccionar hasta convertirla en un sublime (y efectivo) ejercicio del poder, una prolongación de las políticas de grandes eventos. El último ha sido un viaje a Bruselas con su escudera María Ángeles Ramón-Llin, Concejala de Cambio Climático (sí señor, tenemos esa concejalía...), para firmar el compromiso de reducir el gasto energético de la ciudad en un 20% para el año 2020. Pero hubo más...ya que ni corta ni perezosa, nuestra munícipe afirmó que Valencia sería más ambiciosa, porque reducirá la energía que consumimos "por encima de esa cantidad". Muy bien, así se hace...!

Sin embrago, resulta que la ciudad de Valencia, muy a nuestro pesar, se ha convertido en el paradigma del despilfarro energético y en la iluminación exagerada, en muchos casos del todo prescindible. Como puso de manifiesto el astrofísico David Galadí-Enríquez del Centro Astronómico Hispano Alemán, que depende del CSIC, que en el Congreso Nacional de Medio Ambiente del pasado diciembre (en el cual por cierto el Ayuntamiento de Valencia no participó con ninguna delegación, pese a ser uno de los Ayuntamientos que lo financiaron) puso de manifiesto que "en Valencia se usa el alumbrado con intensidades y finalidades no justificadas técnicamente; responde más a criterios de ornamentación y ostentación".

A tenor de esa situación, le pedimos a la Alcaldesa que una vez firmado ese compromiso, del cual nos alegramos y que apoyamos, pasa a los hechos presentando un plan integral de reducción del gasto energético del Ayuntamiento de Valencia.Es imprescindible la puesta en marcha de una Auditoría Energética de la Ciudad de Valencia, para conocer las necesidades energéticas de Valencia, los focos de consumo, las necesidades reales de iluminación, y que proponga soluciones de eficiencia y reducción de la energía que gasta la ciudad.

Hay muchos puntos negros, como el gasto en alumbrado público que es muy ineficiente y que se puede fácilmente reducir a la mitad (instalando por ejemplo farolas que proyectan la luz hacia abajo, y espaciando más la distancia entre una farola y la siguiente), la muy poca incidencia de la producción energética con fuentes renovables (el Palau de Congressos es un buen ejemplo, que pero corre el riesgo de ser anecdótico) en edificios públicos y piscina municipales, la elevada factura eléctrica (el doble que Barcelona, con la mitad de habitantes).

A Rita Barberá le pedimos que sorprenda a sus ciudadanos, que por una vez se lleven una alegría: cumpla el compromiso, recupere el tiempo perdido, en el plazo de un año realice esa Auditoría Energética y ponga en marcha la trasformación del alumbrado público, con farolas que tengan características de bajo consumo, que proyecten la luz hacia abajo y que sean más espaciadas entre sí. Un diseño inteligente del alumbrado público más acorde a esos compromisos adquiridos.

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