Calp desde el Penyon d'Ifach...
Las 20.000 nuevas viviendas del "Manhattan" de Cullera, proyectadas a orilla del maltratado rio Xuquer, ejemplifican la pobre valoración del paisaje valenciano de los últimos 15 años. Durante este periodo la urbanización ha crecido en más de un 50%, dejando en menos de un tercio la superficie costera libre de construcciones. Estos datos escalofriantes certifican la continua e imparable degradación de lo que fue un paisaje casi único en todo el arco Mediterráneo, gracias a la abundante biodiversidad y a las especies endémicas que lo habitan. El hecho de que se hayan declarado más parques naturales que nunca, no ha sido suficiente para paliar la extrema fragilidad de los ecosistemas tanto costeros como de interior. Es más, en la mayor parte de los casos, los espacios protegidos han servido de excusa e inmejorable atractivo para la urbanización masiva.Así lo demuestran el asedio de las construcciones al Penyon d'Ifach en Calp, o el proyecto del "Nou Mil.leni" en Catarroja, una descabellada urbanización de 12.000 nuevas viviendas a orillas de l'Albufera. Un humedal de incalculable valor, que encierra un potencial naturalístico y una belleza paisajística fuera de lo común; que a la par que el resto del territorio valenciano, sufre continuas agresiones, fruto de la fuerte presión urbanística y con el riesgo permanente de muerte biológica de sus aguas, por culpa de vertidos incontrolados.
Cuando l'Horta de Alboraia corre el peligro de transformarse en una urbanización de chalets con un centro comercial, o la "Toscana Valenciana", ese rincón de belleza, cultura y tradición vitivinícola entre Moixent y Fontanars dels Alforins se considera un lugar preferente para instalar un macro-vertedero, la honda preocupación se transforma en desconcierto e incredulidad. Paisajes únicos, fruto del buen hacer de sus habitantes durante siglos, se borran de un plumazo: en lugar de promocionarlos y cuidarlos, se promueve la especulación y el negocio fácil.
*Publicado en el Suplemento Bio de El Mundo
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