En los últimos años, afortunadamente, estamos asistiendo a la difusión de una nueva consciencia para un uso más racional y más ecológico del agua. Esa Nueva Cultura del Agua, que desde hace mucho tiempo reclamamos los ecologistas, se va abriendo camino en la percepción social y económica.
El mundo empresarial y la hostelería en particular, como no podía ser de otra forma, empiezan a entender la necesidad de impulsar la asunción de buenas prácticas de ahorro de este recurso tan preciado. Es cierto que esos esfuerzos han cristalizado en la campaña H2Ostelería, promovida por la Federación de Hostelería, de hace unos meses: una loable y novedosa iniciativa, que pretende poner a disposición de los hosteleros instrumentos y pautas de comportamiento para el uso eficiente del agua.
Desconociendo los resultados de la campaña, que no se han hecho públicos, es importante subrayar que por sí solas no dan los beneficios deseados. Hace falta impulsar medidas fiscales que castiguen el mal uso y premien los comportamientos virtuosos. El modelo de turismo sol y playa, impulsado por el gobierno autonómico, del cual participan activamente los empresarios hosteleros, representa el punto negro de la gestión medioambiental de los recursos hídricos. Que determina enormes presiones sobre el territorio, sobre todo en la franja costera, con el urbanismo residencial y la apuesta exagerada por los campos de golf, que ponen en peligro la ya comprometida fragilidad de los ecosistemas.
Sería un importante paso adelante que las federaciones hosteleras valencianas se desmarcaran de esta estrategia, que muestra los primeros síntomas de agotamiento, después de años de excesos. Apostando por un modelo de turismo de calidad, respetuoso con los valores naturales, que preserve la viabilidad económica y el futuro ecológico de nuestra tierra.
*Publicado en el Suplemento Bio de El Mundo.
El mundo empresarial y la hostelería en particular, como no podía ser de otra forma, empiezan a entender la necesidad de impulsar la asunción de buenas prácticas de ahorro de este recurso tan preciado. Es cierto que esos esfuerzos han cristalizado en la campaña H2Ostelería, promovida por la Federación de Hostelería, de hace unos meses: una loable y novedosa iniciativa, que pretende poner a disposición de los hosteleros instrumentos y pautas de comportamiento para el uso eficiente del agua.
Desconociendo los resultados de la campaña, que no se han hecho públicos, es importante subrayar que por sí solas no dan los beneficios deseados. Hace falta impulsar medidas fiscales que castiguen el mal uso y premien los comportamientos virtuosos. El modelo de turismo sol y playa, impulsado por el gobierno autonómico, del cual participan activamente los empresarios hosteleros, representa el punto negro de la gestión medioambiental de los recursos hídricos. Que determina enormes presiones sobre el territorio, sobre todo en la franja costera, con el urbanismo residencial y la apuesta exagerada por los campos de golf, que ponen en peligro la ya comprometida fragilidad de los ecosistemas.
Sería un importante paso adelante que las federaciones hosteleras valencianas se desmarcaran de esta estrategia, que muestra los primeros síntomas de agotamiento, después de años de excesos. Apostando por un modelo de turismo de calidad, respetuoso con los valores naturales, que preserve la viabilidad económica y el futuro ecológico de nuestra tierra.
*Publicado en el Suplemento Bio de El Mundo.
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