Hace casi 35 años
Pier Paolo Pasolini, uno de los intelectuales italianos más importantes y comprometidos de todos los tiempos, escribió en un periódico conservador un artículo-requisitoria, "
Io so...". Donde expresaba su más profunda convicción moral que detrás de la que en ese momento, la Italia del terrorismo rojo y negro, se vino a llamar
la estrategia de la tensión (crear el pánico a través de atentados con bombas, de asesinatos, de secuestros etc...), se encontraban los aparatos del estado dirigidos por la Democracia Cristiana en el poder.
Salvadas las debidas distancias con las situaciones, que en nada son comparables, el fondo de la cuestión que ponía de manifiesto Pasolini es la misma: yo también tengo la convicción moral (ampliamente sufragada por una infinidad de pruebas testificales y documentales, por cierto) que los políticos del PP han cometido delitos de corrupción, que la podredumbre institucional y social se ha extendido hasta un grado muy peligroso, que alcanza a todos los poderes del estado, que implica a la justicia y a los jueces que la interpretan y la imparten.
Yo sé que habéis permitido que una trama corrupta se haya beneficiado de millonarios contratos con la administración; yo sé que esas empresas se han creado expresamente para ese fin, para que hicierais converger enormes caudales de dineros públicos para que luego se repartieran entre todos los cómplices y quizás se beneficiara, a través de financiación ilegal, al PP.
Yo sé que habéis usados la argucia de trocear los contratos para que el importe de cada uno de ellos no fuera superior a 12.000€, para así poder evitar la licitación pública de los mismos y evitar la fiscalización de los órganos de control.
Yo sé, muchos sabemos, que la decisiones se toman entre una misa y la otra, que son avaladas por poderes fácticos que persiguen la estrategia de ocupar el poder de manera indefinida ; con el poco velado objetivo de establecer una especie de
Teocracia a la Valenciana, que se está llevando a cabo de manera lenta pero imparable, con la ayuda impagable de los miembros del Gobierno Autonómico que ostentan el carné numerario del Opus Dei; desafiando el sistema democrático y las leyes del Estado, con actos de insumisión y de desacatos que deberían ser castigados con la prisión inmediata e incondicional.
Yo se como habéis degradado y pisoteado el sentimiento de pertenencia de un pueblo entero, manipulando y tergiversando sus creencias, su historia, sus raíces, su lengua. Apuntalando e impulsando el rancio victimismo frente a otros pueblos y a otros gobiernos, para sacar provecho de una imperante llamada a los instintos básicos en contra de vecinos presuntamente malvados, de odiosos conspiradores que quieren el mal de esta tierra, culpándolos de todos los males que presuntamente nos ocurren.
Yo sé como se ha amparado a los corruptos bajo el ala protectora de las Instituciones Democráticas, dándoles el salvaconductos de aforados en las Diputaciones Provinciales, en Les Corts, en el Senados y en el Congreso, para entorpecer el cumplimiento de las condenas.
Yo sé como han condenado a muerte cierta a las miles de personas dependientes y en situación de exclusión, ralentizando y negando la aplicación de la Ley de Dependencia, destinado el dinero público a financiar proyectos faraónicos o a enriquecer los bolsillo de miembros de su mismo Gobierno, privatizando la red de residencia de la tercera edad y los centros de acogida.
Yo sé como han permitido la degradación del territorio, con la aprobación de leyes de urbanismo burla, que han permitido la construcción y la obtención de plusvalía a costa de arrasar lugares de una extraordinaria belleza y valor paisajístico.
Yo sé como han transformado la televisión pública en una
emisora búlgara, donde las piruetas manipulatorias, el descaro informativo y la constante negación de la los hechos, han entorpecido el conocimiento de la realidad; donde el trajeado comisiaro político que preside el ente dicta las reglas del oscuratismo y la pandereta elevados a categoría informativa.
Yo sé como se está ejecutando el plan masivo de control social, en base a la decadencia permanente y continuada de la educación pública en favor de una educación sectaria y teledirigida, que privilegia el negocio privado de las escuelas concertadas que promueven los valores y las enseñanzas que perpetuan el diseño de poder que habéis construido.
Yo sé como habéis conseguido amedrentar a la sociedad, que se siente incapaz de responder al desafío autoritario y anticonstitucional, que tiene temor y miedo a expresar su disconformidad con las decisiones que tomáis, porque se sienten amenazados en su libertad por posibles consecuencias en su relación con la administración. Tal es el clima que habéis creado, un retroceso en la libertad individual y colectiva que nos remanda al periodo más oscuro del franquismo.
Yo sé todo esto, tengo la convicción moral que teneis la culpa de todo esto, aunque no lo pueda probar. Yo sé al igual que muchos ciudadanos que todo eso es cierto, lo sabemos y seguiremos denunciándolo hasta que paguen.
Ahora sabemos lo bueno que es para la salvaguarda de uno mismo rodearse de buenos amigos. Que no tienen ningún reparo en jugarse la carrera y la poca credibilidad que
les queda para archivar la causa contra Pinocho-Camps y el resto de destacadísimos cargos del PP (Costa, Campos, Betoret). Cometiendo un evidente abuso de poder, en contra de los evidentes indicios probatorios y la declaraciones de testigos, bajo la perspectiva de una posible prevaricación. Habéis obtenido un momentáneo, veraniego y parcial salvaconducto, que os permite salir airoso de un bache que se estaba agrandando bajo las suelas.
Pero yo sé que todo eso que he relatado es cierto y que pronto se desvelará. La partida no ha terminado, solo acaba de empezar y me temo que ese final feliz que pensáis vivir ahora, sea un espejismo que en nada se parecerá al desenlace final.