El Conseller de Medio Ambiente y Urbanismo de la Generalitat Valenciana Jose Ramón García Antón falleció ayer en su casa de Sant Vicent del Raspeig, a los 61 años de un paro cardiaco. Desde esta tribuna el más sentido pésame a toda la familia que llora su pérdida.
Algunas consideraciones sobre el rol del desaparecido García Antón en su faceta de gestor político en cargos de altísima responsabilidad en la Generalitat Valenciana, a partir del 1995, cuando Zaplana lo fichó como Director General de la Conselleria de Obras Públicas. García Antón era ingeniero de caminos, que fundamentalmente desarrolló su actividad profesional en ámbito universitario y como ingeniero jefe del Ayto de Benidorm, donde trabajó en el sistema de abastecimiento de aguas, siendo su especialidad la de Ingeniería Hidráulica. Una intachable trayectoria profesional y académica, según los que le conocieron. Empañada, según mi manera de ver, por su entrada en la política de la mano del entonces nuevo y flamante Presidente de La Generalitat Eduardo Zaplana, en el citado año 1995. A partir de allí se empezaron a fraguar los proyectos faraónicos de Terra Mítica y el despilfarro en grandes infraestructuras, sobre todo autovías y autopistas, que cambiaron a peor la cara del País Valencià. En ese periodo empezó la estrategia del todo urbanizable, la construcción exagerada de todo el litoral valenciano, la multiplicación destarifada de las urbanizaciones y adosados en toda la costa. Unas agresiones incontroladas que han destruido centenares de km. de zonas vírgenes, de belleza inigualable, perdidas para siempre.
Su carrera política no se paró cuando el testigo pasó a Camps, en el año 2003. Asumió la nueva cartera de Conseller de Infraestructuras, que ostentaba ese fatal 3 de julio de 2006: el accidente de metro más grave en la historia de España y del resto de Europa, con el fallecimiento de 43 personas y otros 47 heridos con secuelas para el resto de su vida. La Generalitat Valenciana y el Ayto de Valencia volcados en la visita del Papa, con un presupuesto desorbitado (El Bigotes y Correa al parecer también mojaron...), gastando "lo que haga falta" según palabras de los coordinadores del acto (los miembros del Opus Dei, Juan Cotino y Miguel Domínguez). Con gastarse lo que hiciera falta para el Papa, evidentemente para la seguridad del metro no había ni ganas ni dineros. El accidente cayó como un jarro de agua fría sobre las expectativas del Consell, que tuvo que dar la cara; por supuesto le tocó a García Antón, responsable máximo del Metro, que superado el primer acongojo, despachó la tragedia lanzando mensajes tan contraditorio y que convergían hacia la creación de una tesis prediseñada. Que se apoyaba sobre la muerte del conductor, otra víctima más, que no se podía defender y que hizo el papel de su vida: el de chivo expiatorio. El fallecido Conseller cargó sobre la espalda del pobre conductor toda la culpa: "la causa más probable del siniestro es una 'inconsciencia o indisposición' del maquinista del metro", según reportan los periódicos de aquel día. Era tal el disgusto que nos provocó el accidente y la posteriores muestras de cinismo (la misa por los fallecidos de prisa y corriendo, porque llegaba el Papa...), la estrategia de cargar la culpa al conductor por la excesiva velocidad, la falta de asunción de responsabilidades (todos siguen en su puesto, Marisa Gracia gerente de FGV, el propio Garciá Antón hasta ayer, otros responsables de gestión del Metro, el mismo Conseller Castellanos que se encargó de la defensa cerrada de la tesis preconcebida durante esa infamante comisión farsa de agosto de 2006, que se cerró en falso en tan solo 5 día). Esa mancha le ha perseguido a García Antón durante todo este tiempo, su consciencia no tuvo un solo remordimiento, no recibió siquiera a los familiares de las víctimas, y no tuvo el valor y la dignidad de dimitir después de un acontecimiento de tal gravedad.
Ahora el señor García Antón ostentaba el cargo de Conseller de Medio Ambiente y Urbanismo, con muchas sombras y muy poca defensa del medio-ambiente, sin ir más lejos los incendios que han arrasado decenas de miles de hectáreas: solo después de la quema la Conselleria publicó la convocatoria de ayudas para la eliminación de los restos agrícolas y vegetación en cultivos agrícolas de secano, que había tenido bloqueado durante meses y que iban a ser financiados integralmente por la Comunidad Europea y el gobierno Central. O sea que mucha parte de la culpa de los incendios la tiene la Conselleria por no haber hecho los deberes y cuidar los montes durante el periodo invernal. Sin hablar de la indulgencia con los abusos urbanísticos y la construcción en lugares protegidos, que el Conseller seguía avalando y promoviendo, como en el caso del Nou Mil.leni de Catarroja tumbado dos veces por la justicia, o las continuas peticiones del transvase del Ebro o del Xuquer, para seguir con la descabellada actividad urbanizadora destructiva. Hasta la fabricación de otra teoría de la conspiración, a las cuales el PP está abonado..., para descalificar las investigaciones de la Comisión Europea sobre los abusos urbanístico y la condena en firme de las prácticas destructivas del territorio llevadas a cabo en los últimos 15 años.
Muchas sombras y pocas luces en la gestión del Conseller ahora fallecido, que dejó a más de uno estupefacto por el nivel de crispación que había alcanzado en su trayectoria política, después de una hoja de servicio profesional dicreta e intachable. Ahora estarán empezando las beatificaciones, a las cuales no nos podemos sumar, porque sería verdaderamente hipócrita por mi parte. Mientras, el Consell no se tomará la molestia de sustituirlo: la vacante no se notará mucho, dada la ausencia de un Conseller en los temas que importan, como la defensa del medio ambiente, completamente olvidadas y borradas de la nomenclatura misma de la Conselleria.
Algunas consideraciones sobre el rol del desaparecido García Antón en su faceta de gestor político en cargos de altísima responsabilidad en la Generalitat Valenciana, a partir del 1995, cuando Zaplana lo fichó como Director General de la Conselleria de Obras Públicas. García Antón era ingeniero de caminos, que fundamentalmente desarrolló su actividad profesional en ámbito universitario y como ingeniero jefe del Ayto de Benidorm, donde trabajó en el sistema de abastecimiento de aguas, siendo su especialidad la de Ingeniería Hidráulica. Una intachable trayectoria profesional y académica, según los que le conocieron. Empañada, según mi manera de ver, por su entrada en la política de la mano del entonces nuevo y flamante Presidente de La Generalitat Eduardo Zaplana, en el citado año 1995. A partir de allí se empezaron a fraguar los proyectos faraónicos de Terra Mítica y el despilfarro en grandes infraestructuras, sobre todo autovías y autopistas, que cambiaron a peor la cara del País Valencià. En ese periodo empezó la estrategia del todo urbanizable, la construcción exagerada de todo el litoral valenciano, la multiplicación destarifada de las urbanizaciones y adosados en toda la costa. Unas agresiones incontroladas que han destruido centenares de km. de zonas vírgenes, de belleza inigualable, perdidas para siempre.
Su carrera política no se paró cuando el testigo pasó a Camps, en el año 2003. Asumió la nueva cartera de Conseller de Infraestructuras, que ostentaba ese fatal 3 de julio de 2006: el accidente de metro más grave en la historia de España y del resto de Europa, con el fallecimiento de 43 personas y otros 47 heridos con secuelas para el resto de su vida. La Generalitat Valenciana y el Ayto de Valencia volcados en la visita del Papa, con un presupuesto desorbitado (El Bigotes y Correa al parecer también mojaron...), gastando "lo que haga falta" según palabras de los coordinadores del acto (los miembros del Opus Dei, Juan Cotino y Miguel Domínguez). Con gastarse lo que hiciera falta para el Papa, evidentemente para la seguridad del metro no había ni ganas ni dineros. El accidente cayó como un jarro de agua fría sobre las expectativas del Consell, que tuvo que dar la cara; por supuesto le tocó a García Antón, responsable máximo del Metro, que superado el primer acongojo, despachó la tragedia lanzando mensajes tan contraditorio y que convergían hacia la creación de una tesis prediseñada. Que se apoyaba sobre la muerte del conductor, otra víctima más, que no se podía defender y que hizo el papel de su vida: el de chivo expiatorio. El fallecido Conseller cargó sobre la espalda del pobre conductor toda la culpa: "la causa más probable del siniestro es una 'inconsciencia o indisposición' del maquinista del metro", según reportan los periódicos de aquel día. Era tal el disgusto que nos provocó el accidente y la posteriores muestras de cinismo (la misa por los fallecidos de prisa y corriendo, porque llegaba el Papa...), la estrategia de cargar la culpa al conductor por la excesiva velocidad, la falta de asunción de responsabilidades (todos siguen en su puesto, Marisa Gracia gerente de FGV, el propio Garciá Antón hasta ayer, otros responsables de gestión del Metro, el mismo Conseller Castellanos que se encargó de la defensa cerrada de la tesis preconcebida durante esa infamante comisión farsa de agosto de 2006, que se cerró en falso en tan solo 5 día). Esa mancha le ha perseguido a García Antón durante todo este tiempo, su consciencia no tuvo un solo remordimiento, no recibió siquiera a los familiares de las víctimas, y no tuvo el valor y la dignidad de dimitir después de un acontecimiento de tal gravedad.
Ahora el señor García Antón ostentaba el cargo de Conseller de Medio Ambiente y Urbanismo, con muchas sombras y muy poca defensa del medio-ambiente, sin ir más lejos los incendios que han arrasado decenas de miles de hectáreas: solo después de la quema la Conselleria publicó la convocatoria de ayudas para la eliminación de los restos agrícolas y vegetación en cultivos agrícolas de secano, que había tenido bloqueado durante meses y que iban a ser financiados integralmente por la Comunidad Europea y el gobierno Central. O sea que mucha parte de la culpa de los incendios la tiene la Conselleria por no haber hecho los deberes y cuidar los montes durante el periodo invernal. Sin hablar de la indulgencia con los abusos urbanísticos y la construcción en lugares protegidos, que el Conseller seguía avalando y promoviendo, como en el caso del Nou Mil.leni de Catarroja tumbado dos veces por la justicia, o las continuas peticiones del transvase del Ebro o del Xuquer, para seguir con la descabellada actividad urbanizadora destructiva. Hasta la fabricación de otra teoría de la conspiración, a las cuales el PP está abonado..., para descalificar las investigaciones de la Comisión Europea sobre los abusos urbanístico y la condena en firme de las prácticas destructivas del territorio llevadas a cabo en los últimos 15 años.
Muchas sombras y pocas luces en la gestión del Conseller ahora fallecido, que dejó a más de uno estupefacto por el nivel de crispación que había alcanzado en su trayectoria política, después de una hoja de servicio profesional dicreta e intachable. Ahora estarán empezando las beatificaciones, a las cuales no nos podemos sumar, porque sería verdaderamente hipócrita por mi parte. Mientras, el Consell no se tomará la molestia de sustituirlo: la vacante no se notará mucho, dada la ausencia de un Conseller en los temas que importan, como la defensa del medio ambiente, completamente olvidadas y borradas de la nomenclatura misma de la Conselleria.
1 comentario:
totalment d'acord en la teva exposició.
Lamentamos la muerte de esta persona, al igual que la de las decenas de persona que fallecieron ayer o que fallecerán hoy en España por cualquier motivo.
Pero lamentamos mucho más que no haya tenido corazón ni tan siquiera para recibir a los famimiliares de las víctimas y los heridos en el accidente de metro del 3J.
Lamentamos el daño irreparable que con su despreció provocó en estas familias y en todos los que no entendemos que para ser político tengas que ser un desalmado.
En teoría ahora tiene su juicio final....
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