Hay muchos 11 de septiembre que recordar: el de la diada de Catalunya que conmemora la caída de Barcelona en el año 1714 durante la guerra de sucesión española; o el más reciente del ataque a las torres gemelas, trágico acontecimiento transformado por los mass media y la propaganda gubernamental en una especie de quintesencia de la barbarie terrorista (olvidando o pasando de puntilla la oleada de terror de estado y de sufrimiento que ha provocado la violenta y descarnada reacción de las guerras de Afghanistán e Iraq).
Pero lo que recuerdo con más impresión es esa mañana del 11 de septiembre del 1973: el brutal Golpe de Estado contra el legítimo gobierno progresista de Chile encabezado por Salvador Allende. Con la complicidad de la CIA, los militares organizaron la subelevación y atacaron por tierra y aire el palacio de la Moneda, donde el Presidente Allende se había atrincherado con sus más estrechos y fieles colaboradores, dispuesto a resistir o a morir. Antes de quitarse la vida pronunció un último apasionado discurso, ejemplo eterno de compromiso, de su fe en la libertad y la democracia, de su entrega al pueblo chileno, del amor a su patria, de su última extrema dignidad. La memoria de este político de raza que no teme perder la vida por defender sus principios, perdura en el recuerdo de los Demócratas de todo el mundo.
Salvador, que descanses en paz dondequiera que estés!
Pero lo que recuerdo con más impresión es esa mañana del 11 de septiembre del 1973: el brutal Golpe de Estado contra el legítimo gobierno progresista de Chile encabezado por Salvador Allende. Con la complicidad de la CIA, los militares organizaron la subelevación y atacaron por tierra y aire el palacio de la Moneda, donde el Presidente Allende se había atrincherado con sus más estrechos y fieles colaboradores, dispuesto a resistir o a morir. Antes de quitarse la vida pronunció un último apasionado discurso, ejemplo eterno de compromiso, de su fe en la libertad y la democracia, de su entrega al pueblo chileno, del amor a su patria, de su última extrema dignidad. La memoria de este político de raza que no teme perder la vida por defender sus principios, perdura en el recuerdo de los Demócratas de todo el mundo.
Salvador, que descanses en paz dondequiera que estés!
"Quizás sea ésta la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: Soldados de Chile, comandantes en jefe y titulares… …el almirante Merino… más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su solidaridad y lealtad al gobierno, también se ha denominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
¡Trabajadores de mi Patria!: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, espero que aprovechen la lección.
El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición: la que les señaló Schneider y que reafirmara el Comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando, con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios...
...Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, la seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! , ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!
Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."
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