Hoy se cumplen diez años desde que me mudé a Valencia, abandonando el que en ese momento era mi lugar de residencia italiano, en la ciudad de Bologna. Llegué un 15 de julio del 2000, más o menos a las 7.00h de la mañana, después de casi 24 horas de viaje en mi coche Citröen Zx ranchera abarrotado de todas mis pertenencias, cargado de ilusión y confiado sobre el rumbo de mi nueva existencia. Ha sido un periodo intenso y lleno de enormes satisfacciones y emociones, no exento de traumas y dramas personales, empezando por un grave accidente de trabajo después de sólo dos meses de haber llegado, exactamente el 14 de septiembre del 2000. Un accidente sobre el cual no quiero extenderme mucho, pero que ha representado una experiencia durísima que me ha prostrado hasta conducirme a un período de fuerte depresión que duró más de un año, del cual por suerte conseguí salir. Gracias sobre todo a la ayuda y al cariño de la que por entonces era
mi familia de adopción: en primer lugar mi pareja Eva (la razón principal de mi llegada!), después su madre que estuvo pendiente de mi en todo momento, así como sus hermanos y resto de familiares y amigos. A todos ellos mis más sinceros agradecimientos del profundo de mi corazón por todo lo que me han dado, que es muchísimo y que no lo olvidaré jamás (ahora que ya no comparto vida con mi pareja de entonces).
En todo esto tiempo he podido gaudir de la amistad y la cercanía de muchísimas personas que me han mostrado su cariño, su afecto, su sentimiento y su amistad más sincera. Personas estupendas con las cuales he compartido las alegrías y las esperanzas de una vida en común, los anhelos de una Valencia mejor. La felicidad cotidiana de volver a abrir los ojos después de un sueño reparador, obsevar y ser observado por la sonrisa limpia y dulce de mi hija y la mirada sensual y amorosa de mi pareja. A tod@s los que han estado presentes en mi vida valenciana, a los que ya no veo y a los que siguen a mi lado de una o otra forma un abrazo tierno y caluroso.
Decía que todos estos años han sido un periodo muy enriquecedor, una época que ha supuesto mi verdadera entrada en la edad adulta, un tiempo que he intentado aprovechar para mi plena inmersión en la sociedad valenciana, para ser uno más de los valencianos y valencianas que vivimos en esta tierra estupenda. He sentido el deseo y la necesidad imperiosa de involucrarme en la vida civil, social y política de Valencia, colaborando con movimientos y asociaciones cívicas, plataformas sociales y otro tipo de organizaciones que han movilizado a la ciudadanía en defensa del patrimonio natural y ambiental (Compromís pel Territori, Xuquer Viu, Per l'Horta, Valencia en Bici y un largo etc...), de los derechos democráticos y la paz (la Plataforma No a la Guerra de Irak). Estando siempre al lado de los que se implicaban en transformar la sociedad para conseguir que fuera más justa e igualitaria, más democrática y más respetuosa.
De ahí a la implicación política directa hay un paso, que no dudé en dar gracias al encuentro con un grupo de personas estupendas, militantes d'Els Verds que allá por los años 2001-2003 animaban una asociación llamada Valencia Verda: Carles Arnal, José Merlo, Miguel Ángel Ferris, entre otros. Se estaba además fraguando un pacto electoral autonómico, el que dio lugar en el año 2003 al GP de L'Entesa en Les Corts Valencianes, que hizo que Carles Arnal fuera elegido diputado: por primera vez un diputado verde ocupaba un escaño en la Cámara Autonómica. Una circustancia que permitió, después de algunas rocambolescas circustancias, que al año siguiente, en el 2004, mi partido Els Verds Esquerra Ecologista PV me nombrara asesor de Carles Arnal en su ingente y fructifera labor de diputado verde en Les Corts.
Han sido años muy difíciles para el País Valencià, hemos asistido al fortalecimiento de la estrategia de dominación del Partido Popular a manos de Francisco Camps, que una vez hubo relevado a Eduardo Zaplana, impuso un estilo de Gobierno autoritario y al límite de la legalidad. Promoviendo la salvaje especulación urbanística y una agresión sin precedentes al territorio y al medio-ambiente, mercé la furibunda actuación del Conseller de Urbanismo Rafael Blasco. Que motivó hasta tres visitas de una comisión de peticiones del Parlamento Europeo, un informe demoledor (el conocido como informe Auken) sobre las actuaciones del Consell y un desastre de tales proporciones que tardaremos años en recomponer. En ese escenario estuvimos plantando cara desde el escaño de Les Corts, en contacto con decenas y decenas de grupos y plataformas, en multitud de actos, conferencias, charlas, reuniones. Mientras tanto Blasco abandonaba la Conselleria de Urbanismo y por ella desfilaba González Pons, ese especie de saltimbanqui de la política que se definió a si mismo Conseller Sandía... Cambiaban las forma pero la sustancia quedaba inmutada: las formas autoritarias, la mentira y el cinismo, el beneficio de la empresa privada especuladora a expensa de los recuros públicos, el abuso de mayoría abosulta fruto de un posible fraude electoral. Un deterioro de la vida pública de consecuencias imprevisibles.
Parece casi una descripción de la Italia de Berlusconi, infestada de corrupción y mafia, dominada con puño de hierro por el magnate pluricondemnado por delitos y fraudes, sospechoso de vínculos mafiosos. Que utiliza los medios de comunicación públicos y privados a su antojo y con criterio de república bananera. Esa es la Italia de la cual me auto-exilié, buscando cobijo en esta tierra que me abrió sus brazos, con una bocanda de aire limpio y renovado (tal me pareció en julio del 2000...), después del agobiante, asfixiante y opresivo ambiente itálico. Pero hace ya algunos años que mi peores temores han empezado a tomar cuerpo: una España y una Valencia que quieren parecerse demasiado (en los negativo!) a la caótica e incívica Italia de los últimos 20 años. Se vislumbran las primeras inequívocas señales de esa decadencia: una corrupción que se extiende como una peste bubónica y que parece que los ciudadanos no condemnan como es debido; evasión fiscal y fraudes masivos a la Hacienda Pública; incivismo y maleducación; individualismo y culto a la imagen...
Una sensación molesta que se me adhiere al cuerpo casi como una segunda piel, que espero sea solo un pesadilla que se desvanezca con los primeros rayos de luz de un nuevo día. Quizás ayude este poema de Pier Paolo Pasolini, uno de los más grandes intelectuales italianos del siglo XX, comprometido con su tiempo hasta el punto de arriesgar su vida y perderla en circustancias oscuras y todavía no del todo esclarecidas.
Alla mia nazione
Non popolo arabo, non popolo balcanico, non popolo antico
ma nazione vivente, ma nazione europea:
e cosa sei? Terra di infanti, affamati, corrotti,
governanti impiegati di agrari, prefetti codini,
avvocatucci unti di brillantina e i piedi sporchi,
funzionari liberali carogne come gli zii bigotti,
una caserma, un seminario, una spiaggia libera, un casino!
Milioni di piccoli borghesi come milioni di porci
pascolano sospingendosi sotto gli illesi palazzotti,
tra case coloniali scrostate ormai come chiese.
Proprio perché tu sei esistita, ora non esisti,
proprio perché fosti cosciente, sei incosciente.
E solo perché sei cattolica, non puoi pensare
che il tuo male è tutto male: colpa di ogni male.
Sprofonda in questo tuo bel mare, libera il mondo.
Un grito de rabia que espero que nos llegue a las entrañas, nos despereze para que nos activemos y recuperemos la palabra y la acción, para ganarnos el futuro de una Valencia más justa y más libre.