9 de noviembre de 2010
La (Contra)Reforma de las Grandes Vías*
La época de crisis no es tal si el dinero que necesitas no es tuyo. Eso debe haber sido más o menos el razonamiento de doña Barberá y su fiel escudero Bellver. Ni cortos ni perezosos, a escasa distancia de las lágrimas de cocodrilo por el enésimo maltrato de ZP, que parece que a la pobre alcaldesa no la deja endeudar...; sin mediar un debate serio, en un clásico pensat i fet, ha recurrido a los fondos del segundo PlanE, para aprobar la reforma del Jardín Interior de las Grandes Vías. Para presuntamente proteger los árboles del exceso de contaminación que reciben a diario por el intenso tránsito de vehículos.
Imagino por donde irán vuestros pensamientos, pero aunque me cueste defraudar vuestras expectativas y a pesar de congelar vuestros frotamientos de manos, los tiros no van en la dirección que cualquiera con dos dedos de frente hubiera considerado como la solución más razonable y adecuada. La reforma no pretende limitar el tráfico de automóviles! Nada de nada, de ninguna de las maneras....
La reforma es mucho más ambiciosa, con un presupuesto más elevado tal y como se corresponde a una obra que promueve el Ayto. de Valencia. Se ha pensado en grande, se ha recurrido a la última tecnología y se ha pagado también en grande: casi 5 millones de euros nos costará este nuevo proyecto megalómano (eso si, pagado con fondos estatales, "para que se joda Zapatero", Barberá -previsiblemente- dixit).
Nanotecnología, fotocatalizadores, radiaciones ultravioleta, baldosas absorbentes; se han vertido ríos de tinta y el boca a boca ha hecho correr la noticia como la pólvora del mismo Caballer. Se han podido ver más de uno y más de dos ciudadanos boquiabiertos en el medio del Jardín de la GV Marqués del Turia, impávidos ante el peligro de caídas repentinas de excrementos de la avifáuna que allí mora. Confiamos que esa emoción desatada, ese nuevo gran reto alcanzado por este gobierno interino, no se vea empañado por nuestro escepticismo y nuestra preocupación ante esta nueva costosa megalomanía.
La contaminación afecta a los árboles, pero también a las personas que hacen su vida alrededor de las Grandes Vías (y de las otras vías de gran capacidad que rodean la ciudad). Esa situación muy perjudicial para la salud de valencianos y valencianas, debería ser de máxima prioridad para un equipo de Gobierno que debería tener entre sus prioridades el bienestar de sus conciudadanos. Sin embargo el gobierno Barberá no tiene empacho en levantar una tecnológica cortina de humo, recurriendo a cachivaches de toda índole, para evitar ir a la raíz del problema: el exceso de coches que transitan a diario por la ciudad de Valencia. Un hecho incontestable, certificado con preocupación por la Conselleria de Infraestructuras; un hecho que necesita de voluntad política clara para aprobar un Plan de Movilidad Sostenible: para apostar por un modelo de movilidad basado en un transporte público muy eficiente; para promover el uso generalizado de la bici (la contra-reforma, por cierto, olvida un más que necesario carril bici); para peatonalizar y humanizar amplias zona de la ciudad.
Esa ciudad soñada, está a nuestro alcance, mucho más de lo que las pintorescas ocurrencias de un Bellver y una Barberá quieran que veamos. Nosotros, cada vez que pensamos en nuestra amada Valencia, recordamos las palabras de nuestro querido Francesco Tonucci: “Si la ciudad está a la altura de los niños, lo estará a la de todos”. Porque “el niño es un estupendo indicador de la calidad ambiental de una ciudad: en las ciudades saludables y hermosas, juegan en la calle”.
*Publicado en Levante-emv
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