2 de diciembre de 2010
Torpe cambio de criterio sobre el Cabanyal
Con los sentimientos que oscilan entre la angustiosa sorpresa y la profunda indignación, hemos asistido a la ceremonia de la confusión orquestrada por el candidato del PSOE al ayuntamiento de Valencia. Que al abrir la puerta a la prolongación de Blasco Ibañez, con un cambio radical de postura, utilizando los mismos términos y lenguaje empleados sin descanso por Rita Barberá y todo el PP, demuestra cuan confundidos y faltos de rumbo se encuentran. Porque las trampas dialécticas llamadas a apoyar las presuntas soluciones para la degradación del Cabanyal-Canyamelar ("la prolongación es la única alternativa"), han atrapado al candidato invisible (e invisibilizado) en una frenética busqueda de notoriedad. Haciendole propunciar el sí quiero al plan de Barberá de destripar el Cabanyal, aunque es verdad que con matices (diálogo, consenso y no se sabe que más...), que sin embargo solo él conocía y que habiendose levantado la polvareda, ha tenido que salir a explicar y reexplicar lo inexplicable.
El intento de arañar unos cuantos votos moderados, al riesgo de perder la cara ante sus bases de izquierdas, ha lanzado a los candidatos del PSOE a acentuar su faceta conservadora, hasta el absurdo de echar por tierra una de las pocas cosas buenas que han hecho para esta ciudad en 20 años de tibia, insulsa y deslavazada oposición municipal. Porque, como me comentaba Mónica Oltra ayer mismo, caer en esa trampa dialéctica es entrar en el mismo proceso cognitivo creado por Rita Barberá&Co: el dogma de la prolongación. Del cual deriva toda la campaña de degradación del barrio que tendría como única solución la prolongación de Blasco Ibañez. Además de que el PP se ríe a carcajadas de esta enésima torpeza de estos principiantes sin remedio...
Y se ríen de gusto, porque el señor Calabuig ahora repropone el proyecto de prolongación de Blasco Ibañez que no estaba en la agenda, superado por la sentencia del Supremo. Una sentencia que valora la protección de los inestimables elementos arquitectónicos e históricos del Cabanyal-Canyameral y la orden del Ministerio de Cultura del Gobierno Socialista (ojo al dato...) que resalta la protección y promueve la recuperación del barrio. Nos encontramos por lo tanto en una fase nueva, la de un proyecto integral de rehabilitación, que desde Compromís hemos calculado que costaría alrededor de 30 millones de euros, solo una décima parte de lo que costaría la prolongación (a parte de todo el desastre).
No se entiende muy bien este cambio de postura, y no me creo que responda solo a la busqueda de la notoriedad (aunque haya conseguido hacerse ver, como apuntaba el amigo Juan E Tur en L'Informatiu) y a la moderación de su discurso. Porque de lo contrario, deberíamos pensar que los estrategas del PSOE fueran mucho más ineptos de lo que podríamos imaginar. Esta inexplicable torpeza cobra proporciones bíblicas si pensamos que el PSOE ostenta el gobierno estatal y en principio su margen de maniobra es grande, de tener voluntad, para promover un concurso de ideas y poner dinero sobre la mesa para rehabilitar el barrio. Eso es lo que habría hecho yo, me hubiera plantado en Madrid, en el Ministerio de Cultura y en la misma Presidencia del Gobierno y le hubiera exigido esos 30 millones de euros para un proyecto de conservación y modernización del Cabanyal. Que permitiría revitalizarlo, fomentando la creación de pequeñas empresas, de comercios, de talleres artesanos y artísticos, la llegado del turismo artístico-gastronómico y del sol y playa.
Sin embargo el desconocido y cenizo candidato quiere la prolongación consensuada...
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