La apertura del juicio oral al concejal de urbanismo Jorge Bellver por prevaricación urbanística y administrativa es un grávisimo hecho, sin precedentes en la historia democrática del Ayto de Valencia. Unas circustancias que deberían llevar a la consecuencia más lógica y saludable, la puesta a disposición de todos sus cargos y las dimisión irrevocable de concejal de urbanismo, ahora bajo lógica sospecha. Para así poderse defender con toda la serenidad, si es posible en esta situación, sin implicar más aún a la Institución Municipal, que debería optar por persornarse en el caso. Porque el Ayuntamiento de Valencia es el primer perjudicado ante la posibilidad de que tenga que afrontar gastos derivados de la demolición del aparcamiento.
Lamentamos sin embargo que la deriva de Bellver esté empezando a asumir tintes grotescos (al igual que Camps), echando mano de la munición más barata y facilona que sabe encontrar el partido popular: la teoría de la conspiración. En este caso el concejal Bellver apunta a la persecución del que supuestamente sería objeto, él que siempre ha sido honesto, respectuoso y sobrio...
Triste e indecoroso final de trayecto para uno de los máximos adalides de la especulación urbanística en nuestra ciudad, sometida al impietoso saqueo de caudales públicos y a la deturpación destructiva del patrimonio histórico y cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario