Hoy el Ayuntamiento de Valencia reúne a todos sus concejales en el habitual pleno municipal de final del més. Son muchos los asuntos que deberían debatir nuestros cargos electos, muchas demandas ciudadanas que tememos que quedarán sin respuesta. Esa sospecha radica en la experiencia de haber asistido al último pleno del 2010 del Ayto de Valencia, por segunda vez en pocos meses. La experiencia, porque negarlo fue poco grata: un hemiciclo gris y desangelado, presidido por la imponente tribuna presidencial donde se aposenta la Alcaldesa Barberá. Y en los asientos, los 33 concejales, todos pertenecientes como es bien sabido a dos únicos partidos: PP y PSOE.
De entrada, la percepción es de frío, y no precisamente por los rigores del invierno. Distantes y lejanas se desdibujan las figuras de los concejales de uno y otro grupo, empeñados en escaramuzas verbales, en debates en un lenguaje críptico y burocrático. Una distancia abismal que se agranda a medida que se sucedían las monocorde y aburridas intervenciones, invariablemente pregnadas de faltas de pasión, de falta de rigor en las argumentaciones, de vacío de ideas y propuestas sensatas, de contacto con la realidad de la vida de valencianos y valencianas.
Tan desconectado estaba el hemiciclo de las necesidades de la ciudadanía, que ni siquiera la aprobación del presupuesto para el 2011 consiguió subir el nivel del debate. Demasiado comodo el Concejal de Hacienda Silvestre Senent en su papel de defensor de lo indefendible, desgranando los artificios contables que ha conseguido embastar para maquillar el fracaso de una gestión ruinosa (Valencia es la ciudad más endeudada de España por número de habitantes y la segunda en terminos relativos, solo superada por Madrid). Demasiado dicharachero y poco incisivo el socialista Vicente Ferrer, hablando de números y cifras que intentan demostrar medio en broma medio en serio el importe del agujero que padece el Consistorio. Los votos favorables de la mayoría absoluta del PP aprobaron unas cuentas agónicas, cuyo único objetivo apreciable es la sobrevivencia de este gobierno hasta las elecciones de mayo de 2011.
La jornada se completaría con unas cuantas estampas típicas del pobre y distante funcionamiento de nuestra institución. Entre otras, pudimos ver a este lado de la bancada al popular Alfonso Grau, teniente de alcalde, desgañitándose como un poseso, lanzando dardos encendidos contra ZP…Mientras que al otro lado contratacaba el socialista Juan Soto, realizando vanos esfuerzos para provocar las iras de la alcaldesa Barberá, acusandola de censurar y cercenar derechos a raíz de que a Acció Cultural se le ha impedido participar en ExpoJove (en cuyo certamen "no tienen cabidas las idelogías políticas", según Félix Crespo, Concejal de Fiestas, "pero sí tiene cabida el ejercito con tanques y aviones...?" pregunto yo).
En medio, la alcaldesa Barberá a la suya: jugueteando con el móvil, prestando poca o ninguna atención a las intervenciones, pero siempre atenta a denunciar "otro ataque del gobierno central, de hoy mismo", debido a la publicación en BOE "del deslinde marítimo-terrestre de las playas del Perellonet", que se añade a "las autorizaciones para las perforaciones petroliféras delante de la costa del Saler". Para terminar advirtiendo "la Delegada del Gobierno Ana Botella ya tiene trabajo para arreglar el entuerto...!". Un circo!
Resulta evidente de que tal y como está concebida su organización y su funcionamiento, el Ayuntamiento no puede funcionar. Porque se impide que se discuta de las cuestiones más acuciantes para los ciudadanos, porque no se permite que haya una información precisa, puntual y transparente de las decisiones que se toman. Porque crea una legión de concejales que solo hacen bulto y que votan como borregos, que no se ganan el sueldo pensando y proponiendo proyectos que mejoren la vida diaria de los ciudadanos. Concejales que calientan la silla, que tienen privilegios derivados de un óptimo sueldo, que disfrutan de gastos pagados y de un chófer a todas horas. Mientras que la gestión se deriva a empresas, fundaciones y a un tropel de asesores que escapan al control público.
Es necesario por lo tanto un cambio profundo en la forma de funcionar de la Institución Ayuntamiento de Valencia: un cambio que empiece por la trasparencia de los actos de gobierno, con el fomento de la participación de los ciudadanos, a partir por ejemplo de las juntas de barrio, también reformadas en verdaderos foros de participación, donde se aprueben los proyectos que se necesitan para los barrios. Sobre los cuales tendrán competencia exclusiva los ciudadanos a través de la figura de los presupuestos participativos, como ha estado proponiendo y realizando el Compromís en el Ayto de Elx. Demostración de que es posible cambiar la política desde dentro de las instituciones, devolviendo la soberanía a la voluntad popular, devolviendo el respeto y dignidad a la política y a los políticos.
Compromís per Valencia es garante de que ese cambio sea profundo e imparable, garantía de que la voz de la ciudadanía entre por la puerta grande de la casa consistorial. Espero poder ser una de las voces promotara de esas reformas, una vez haya tenido el honor y la responsabilidad de ser elegido concejal en mayo de 2011.
Artículo publicado en L'Informatiu.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario