27 de junio de 2014

La fuerza de la denuncia

Quizás no pase de ser un episiodo anecdótico, sin embargo me parece digno de ser mencionado por el valor simbólico que tiene. Resulta que hace unas semanas, buceando por la página de facebook de Bici Cívica València, dedicada a la cultura de la bici en la ciudad, me topé con la foto de unos aparcabicis derribados en el cruce de la Gran Vía con la calle Russafa:


20 de junio de 2014

¿En España cabemos todos?

En esa España unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos, caben todos los sentimientos y sensibilidades
Felipe VI de Borbón, nuevo monarca de España.

El bondadoso discurso del monarca exprés destila un buenrollismo que, sin llegar a las cotas de campechanía de su abdicado padre, parece invitar al optimismo y la confianza de que se abre en España un tiempo nuevo. Pero, como sucede con los contratos hipotecarios, quizás haya que fijar la mirada en la letra pequeña, que es donde en el 99,9% de los casos hay gato encerrado y te la intentan colar.

Resulta cuanto menos chocante que, al mismo tiempo que el nuevo Monarca pronunciara esas palabras, con admirable sincronía, no muy lejos de la casa de la Democracia (sic!), la policía la emprendía a puñetazo limpio con los ciudadanos que manifestaban en la Puerta del Sol de Madrid sus querencias republicanas y el rechazo al dedazo monárquico. Toda la mañana de ayer se convirtió en un aciago, lamentable espectáculo. Un ejercicio represivo, a todas luces abusivo e ilegal, una caza planificada y ejecutada metódicamente por 7.000 policías contra todo lo que oliera a República. Se retiraron banderas republicanas, se identificaron y denunciaron a los que se atrevieran a gritar "Viva la República", y se detuvieron a 11 personas que llevaban la bandera tricolor y que participaron en la concentración de la tarde. Todo muy democrático, muy en línea con democracias consolidadas como Corea del Norte. No era el caso de estropear la gran fel.lació monàrquica, que diría mi compañero Juliá Àlvaro.

Es en la letra pequeña donde se esconde el engaño. Uno se pregunta quiénes "somos" esos "todos" que cabemos en España: ¿son los corsarios del IBEX35?, ¿los famosos de todo pelaje que han desfilado y reverenciado a la corte monárquica?, ¿los representantes de la casta que han abrazado al nuevo monarca de forma tan entusiasta como acrítica? Las cuentas no nos salen.


Desde luego, la sociedad civil discrepante no estábamos representados en ese sainete. Aún así, tenemos la misma legitimidad de ser considerados y respetados. Es la esencia de la democracia, de una sociedad libre digna de su nombre, que sin embargo es en nuestro caso una apariencia, una representación que quieren que nos creamos a pies puntillas. Pero la realidad dista mucho de ese cuento de hadas: la realidad que se nos dibuja está hecha de represiones y persecuciones diarias a los insumisos que no comulgamos con el dogma de fé.

Y no, señor monarca por herencia de sangre, no cabemos todos en esa España. Hace tiempo que hemos sido desahuciados.