Felipe VI de Borbón, nuevo monarca de España.
El bondadoso discurso del monarca exprés destila un buenrollismo que, sin llegar a las cotas de campechanía de su abdicado padre, parece invitar al optimismo y la confianza de que se abre en España un tiempo nuevo. Pero, como sucede con los contratos hipotecarios, quizás haya que fijar la mirada en la letra pequeña, que es donde en el 99,9% de los casos hay gato encerrado y te la intentan colar.
Es en la letra pequeña donde se esconde el engaño. Uno se pregunta quiénes "somos" esos "todos" que cabemos en España: ¿son los corsarios del IBEX35?, ¿los famosos de todo pelaje que han desfilado y reverenciado a la corte monárquica?, ¿los representantes de la casta que han abrazado al nuevo monarca de forma tan entusiasta como acrítica? Las cuentas no nos salen.
Desde luego, la sociedad civil discrepante no estábamos representados en ese sainete. Aún así, tenemos la misma legitimidad de ser considerados y respetados. Es la esencia de la democracia, de una sociedad libre digna de su nombre, que sin embargo es en nuestro caso una apariencia, una representación que quieren que nos creamos a pies puntillas. Pero la realidad dista mucho de ese cuento de hadas: la realidad que se nos dibuja está hecha de represiones y persecuciones diarias a los insumisos que no comulgamos con el dogma de fé.
Y no, señor monarca por herencia de sangre, no cabemos todos en esa España. Hace tiempo que hemos sido desahuciados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario