Un momento único de nuestra historia reciente, retratado por Jacobo Méndez |
Toda acción de un gobernante es política. Desde la más trascendental y costosa, a la que parece más insignificante. Lo recuerdo cada vez que escucho en los medios a algún politicastro tratar de engañar a la ciudadanía afirmando que "hay que sacar tal discusión fuera del debate político", como si la política fuera lo que ensuciara el debate y no la postura que él pretende tomar; y lo recordé ayer también a propósito de la iniciativa que los tres grupos de la oposición en el Ayuntamiento de València junto a la Universitat de València hemos llevado a cabo para eliminar las distinciones que el consistorio que comanda Rita Barberá aún mantiene a una veintena larga de franquistas. ¿Porque qué si no política, política de enaltecimiento y justificación del franquismo, es lo que hace Rita Barberá cuando pone tantas trabas para eliminar del cuadro de honores del Ayuntamiento y de nuestro callejero tanto nombre de fascista?
Claro que ahí, en ese aspecto, también se hace política, y Barberá y su equipo se han aplicado a fondo durante las últimas dos décadas y hasta el último momento. Lo hicieron cuando apartaron a figuras como Josep Renau o Guillermina Medrano —la primera mujer concejal del Ayuntamiento de la ciudad— a una pedanía, o más recientemente cuando condenaron al literato y presidente de la II República, Manuel Azaña, a un callejón sin números, mientras concedían al derechista Abril Martorell, cerebro de la privatización de la Sanidad Pública, una avenida. ¿No es hacer política partidista, reivindicar al antivalencianista y antisocial Martorell y marginar todo lo que representa Azaña?
Pero la cosa no ha acabado ahí. Hace cuatro días la alcaldesa anunciaba también que Juan Roig y su esposa serían nombrados hijos predilectos de Valencia y él recibirá una calle en la ciudad. Y sorprende la relativa calma con la que se ha asumido en la ciudad. ¿Una calle para Roig? ¿Qué ha hecho? ¿Se significó especialmente en su lucha por La Punta, El Cabanyal y otros barrios patrimonio de los valencianos? ¿Su gestión empresarial se caracteriza por su gran apoyo a los agricultores del área metropolitana de la ciudad o nuestras comarcas? No, Roig no cuenta con esos méritos. Qué va.
Se dice que su calle se titulará "Juan Roig Alfonso, emprendedor", por lo que se premia —y de paso Barberá se asocia a sí misma premiándole a él— es su gestión empresarial, una gestión erigida sobre una idea de la empresa que genera el enriquecimiento desmesurado del empresario sobre unos empleados que deben trabajar "como chinos" —citando a Roig— ya sea en sus supermercados o en las empresas proveedoras, a las que asfixia en los márgenes de beneficio. Y todo al tiempo que su política de precios acaba con el pequeño comercio de los barrios en que se instala, la competencia que no maltrata a sus empleados, y además atenta contra los productos valencianos, cuyas denominaciones de origen ningunea en su distribución.
¿Qué méritos son esos para recibir una calle en Valencia? ¿Habrá valorado la señora Barberá también que Mercadona figura como donante en los papeles de Bárcenas? En fin, ni siquiera gestos como el de "regalar" una pista de running a la ciudad deberían ser tenidos en cuenta, cuando ese circuito se pagará con dinero que se ha dejado de pagar a nuestros agricultores o a miles de asalariados. ¿No deberían tener un reconocimiento en nuestra ciudad, antes que Roig los activistas del 15M, los líderes del movimiento vecinal o cualquiera de los diferentes Salvem, que han permitido y permitirán a los valencianos disfrutar de un patrimonio, que de ser por la alcaldesa habría sido pasto de la especulación?
Yo sí les daré ese reconocimiento si y cuando esté en mi mano tomar la decisión. Y efectivamente, sería también política, aunque no tendré ningún motivo para avergonzarme de ella.
1 comentario:
Em sembla un despropòsit que Rita vulga posar el nom de Juan Roig a un carrer de la ciutat, just en el moment en que l’oposició plantegeu la neteja dels noms de carres i places de tota referència al franquisme, del que hui, per cert, complim el 78 aniversari del colp d’Estat contra el govern legítim de la II República. Això demostra la seua concepció de València com si fora el pati de sa casa i el seu total menyspreu a la democràcia. Rita no vol consensuar res. Ni el nom dels carrers ni el disseny de la ciutat ni la desfeta d’un barri com el Cabanyal. Salut
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