Una imagen del mercado, por el gran Tono Giménez. |
La historia, en cualquier caso, es sencilla. En el Grao de Valencia, en un entorno privilegiado, rodeado de edificios que sobrevivieron a los bombardeos fascistas al puerto de la ciudad en la Guerra Civil, se encuentra el hermoso mercado del Grao. Éste daba trabajo a muchas personas y llenaba de vida al barrio de una manera modesta. Sin embargo, con la Copa América a la vista y la burbuja inmobiliaria en plena expansión, el espacio era un suculento bocado que ofrecer a algún amigo del PP. Sin embargo había un obstáculo: sus honrados trabajadores. Por ese motivo, el equipo de Barberá paralizó la subasta de puestos en el mercado, de manera que, a medida que se jubilaran las comerciantes, los puestos se fueran cerrando, y así la oferta del mercado se fuera deteriorando, lo hiciera a la par su atractivo, y finalmente se pudiera justificar su venta.
Y a ello se puso la alcaldesa Barberá, arruinando durante años a los comerciantes del mercado, y deteriorando el barrio, con la mala fortuna para sus intereses de que finalmente sus nefastas políticas, aunadas a las de sus colegas neoliberales en otras geografías, propiciaron la crisis actual y que su descabellado proyecto —para el que aún a finales de octubre del pasado año anunció que destinaría 4'8 millones de euros de dinero público— haya quedado temporalmente en el aire.
Sin embargo, que el proyecto del boato de Rita Barberá haya fracasado no ha de significar que el mercado no tenga posibilidades. Al contrario, como bien saben tanto las vecinas como las miles de personas que pasan semanalmente por el entorno de las calles Josep Aguirre y del Cristo del Grao, el entorno del mercado es excepcional y en la actualidad florecen a su alrededor polos de ocio y cultura como el proyecto Matraz o espacios de restauración como La Peseta o Nehuen, que hacen indicar que, si el Ayuntamiento reabriera la subasta de puestos del mercado, seguramente se agotarían.
¿Por qué Barberá no lo hace? Solo el afán de favorecer intereses especulativos explica por qué gobierna contra la ciudadanía. Pero ya avanzo que si está en mi mano, si depende de Compromís per València, las cosas serán distintas. El Ayuntamiento no especulará con estos espacios públicos, sino que los facilitará a sus legítimas propietarias, las valencianas. Y no solo en el mercado del Grao, sino también en el agonizante Mercado de San Pedro Nolasco en el barrio de Zaidia y en los del resto de la ciudad. La oferta se abrirá con precios muy asequibles e incluso estudiaremos hacerlo de manera casi gratuita a aquellos comerciantes que vendan exclusivamente productos de kilómetro cero, o lo que es lo mismo, de temporada de la huerta valenciana. Algunos mercados ahogados por Barberá volverán a cobrar vida y los que ya la tienen, rebosarán de ella y contagiarán a sus barrios. Pasaremos, como siempre he dicho, del boato, al relato. No es tan difícil: solo hacen falta, imaginación, preparación y ganas, y andamos sobradas de todas ellas. Vamos.
3 comentarios:
Giuseppe, l'article està bé. El que li falta, segons la meua opinió, són els beneficis que molta gent no té en ment. Jo li hagués dedicat la meitat de l'article.
Beneficios en consumir productos de proximidad, vendiendolos el agricultor directamente en el mercado, más naturales y también ecológicos a un buen precio más economico
Beneficios en generar calidad y trato familiar entre comercios y consumidores
Posibilitar que al garantizar el consumo de los productos, se adquieran a un precio muy asequible al eliminar intermediarios
Ofrecer a familias con recursos escasos que puedan obtener productos con monedas sociales
Los beneficios para los agricultores también sería el que muchos de sus productos que al tener un corto periodo de caducidad, no se pierdan y se puedan vender con moneda social
Muchas gracias por vuestras aportaciones, muy interesantes y que enriquecen el debate. Con esta reflexión me quería centrar fundamentalmente en la necesidad de superar la era del boato, propiciado con ahínco obsesivo por el PP. E impulsado a base de proyectos megalómanos, de un coste desorbitado y sin que estén enraizado en la realidad del barrio y la ciudad; para hacer una apuesta por la revitalización de los mercados municipales, como espacio inmejorable para promover la economía verde, la compra de proximidad, a partir de los productos de l'horta y las producciones ecológicas. Pero también como espacio socio-culturales y de creación a disposición de los vecinos.
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